Es un término incluido en los “trastornos del humor”. Puede desarrollarse a partir de eventos trágicos (ej. duelos, cambios forzados del estatus social, fracaso de los objetivos personales o profesionales, rupturas relacionales), y también surgir sin un estímulo aparente.
Puede provocar que nos sintamos tristes, apáticos, sin energía, sin posibilidad de sentir placer y con pensamientos negativos sobre uno mismo y el futuro, durante la mayor parte del tiempo. Las formas clínicas que toma este sufrimiento intenso y profundo pueden ser rumiaciones mentales, retiro social, falta de autocuidado o del espacio, pensamientos críticos y de auto desvalorización y en ocasiones, también auto lesivos, con posible desarrollo de ideas de suicidio.
El tratamiento cognitivo-constructivista, integrado con EMDR y terapia Sensoriomotriz de la depresión se basa en la combinación de diversas herramientas: compartir informaciones, comprender el mecanismo que mantiene la intensidad del sufrimiento, promover e incrementar la conciencia, la aceptación y la recepción de los estados internos, reforzar las funciones metacognitivas, también a través de intervenciones de regulación relacional, técnicas cognitivo-conductuales (ej. Moviola, Análisis funcional..). La introducción del EMDR y de la Psicoterapia Sensoriomotriz tiene como objetivo la ampliación de la ventana de tolerancia al dolor emocional y fisiológico, y las competencias de manejo del propio dolor.